“Es
de una familia de clase media-alta venida a menos”. Con esta
descripción hace un tiempo se refería un conocido mío para
hablarme de otra persona.
“Clase
media-alta”...
Más
allá de lo retrógrado y desafortunado de la definición, esta frase
me hizo pensar en los millones de españoles que podrían encajar en
esta, repito, desafortunada clasificación. No me gusta etiquetar a
las personas, es una moda demasiado recurrente que me parece tan
simple como injusta, pero sí creo que podría medio encajar en los
españolitos prototipo de hace unos años, de cuando éramos
ricos...o jugábamos a serlo.
Aunque
parezca muy lejano, hace apenas unos años “todo era cuestión
de meterse”, frase que decía un amigo mío cuando se refería
a la decisión de embarcarse en la arriesgada aventura de una
hipoteca. Yo misma lo viví en mi piel cuando a mi novio y a mí se
nos ocurrió la entonces descabellada idea de irnos a vivir de
alquiler. Si tuviera que contarles todas las personas que nos decían
aquello de “¿De alquiler? Estáis tirando el dinero, pero
meteos en un piso”. Ya les digo, todo era cuestión de
meterse...
Y
cuántos sólo un tiempo después se arrepintieron de hacer caso a
aquellas voces que, como las sirenas a Ulises, atraían al españolito
de clase media hacia la clase media-alta. Todo era cuestión de
financiar el salto sin saber que se trataba de un salto al vacío.
Y
así fue cómo supongo que nació la presunta clase media-alta,
a la que el sistema que inventaron políticos y banqueros hizo creer
que todo el mundo podía tener una casa de 40 ó 50 millones de
pesetas porque “todo era cuestión de meterse”. Y si hacía falta
pues se ponía el préstamo a 50 años, aunque tuvieran medio claro
que en el mejor de los casos terminarían pagando las letras sus
hijos en un futuro herido de hipotecas.
Y
porque “todo era cuestión de meterse” la gente se iba de viaje a
destinos inimaginables para nuestros padres, eso sí, previa
financiación, aunque eso implicara estar pagando el viaje hasta las
siguientes vacaciones.
Y
como todo era cuestión de meterse les decían las sirenas de Ulises
disfrazadas de banco que podían comprarse un cochazo de 5 ó 6
millones de pesetas con todos los extras o la televisión más
“fashion” del mercado porque financiaban todo cuanto fuera
necesario.
Y
de este modo probablemente nació esa efímera clase media-alta,
con aquellos a los que hicieron creer que eran ricos o que al menos
podían jugar a serlo mientras acumulaban letras y más letras.
Pero
es que al final de la historia que nos contaron resultó que todo
no era cuestión de meterse sino de pagar religiosamente todas y
cada una de las cuotas con puntualidad inglesa, pues de lo contrario
los bancos arrasarían con todo cuanto hubiera con la misma facilidad
con la que habían concedido los préstamos a diestro y siniestro,
con el pequeño detalle de que se quedarían sin casa pero seguirían
pagando al banco. La estafa del siglo.
Así
que si este conocido se refería con eso de “clase media-alta
venida a menos” a este perfil, me temo yo que en ella podremos
incluir a millones de españoles que fueron engañados por un sistema
que, como si se tratara de alcanzar el famoso sueño americano, les
hizo creer que “todo era cuestión de meterse”.
De cuando todo era "cuestión de meterse". La columna de Gema Torrente.
NOTA:
Y quien lo desee puede escuchar el audio de este mismo artículo,
emitido el pasado viernes 22 de febrero en “La Mañana de Jaén”.