viernes, 8 de marzo de 2013

Yo muevo un dedo por Miguel ¿Y tú?


Ya en más de una ocasión he mencionado algún que otro estudio de esos insólitos, por no decir absurdos, que se dan a conocer de vez en cuando. Esta semana leí uno de una universidad alemana que venía a decir que ser optimista es malo para la salud, que nos hace vivir menos. Resumiendo el peculiar estudio, decía que quienes tienen menos expectativas respecto a su futuro envejecen mejor, mientras que ser un optimista extremo y predecir un futuro mejor se asocia con mayor riesgo de muerte. La explicación que dan estos lumbreras es que el pesimismo "hace que las personas vivan extremando las precauciones y cuidando más su salud”.

Precisamente, después de conocer semejante investigación estuve leyendo otro artículo de una familia a la que sigo hace tiempo y a la que creo que le importará muy poco que su optimismo y su lucha puedan, según este estudio, hacer que envejezcan peor.

Hoy no quiero hablarles ni del paro, ni de esta crisis que nos ahoga a veces el ánimo, sino de todo lo contrario, quiero hablarles de un ejemplo de optimismo y amor que puede con todas las barreras, las mismas que tiene el pequeño Miguel Camacho, un niño de siete años, cuyos padres para mí son todo un ejemplo de vida, de futuro, de optimismo.

Miguel tiene una minusvalía de origen congénito que le impide realizar cualquier tipo de función automática como moverse, respirar, tragar o hacer la digestión. Bajo el lema “Mueve un dedo por Miguel”, esta familia del pueblo valenciano de Albal lleva luchando incansablemente desde que nació su hijo para conseguir que el pequeño Miguel lleve una vida como la de los demás niños dentro de sus limitaciones.

Yo conocí su caso a través de una página de Facebook en la que comparten los avances de Miguel, sus pequeños grandes pasos, y todas aquellas actividades que organizan para poder recaudar fondos para darle una vida mejor, la que se merece. En 2010, un hermoso vídeo que recogía todas sus vivencias bajo el nombre “El mar de Miguel”, consiguió ganar el “Premio Romper Barreras” con el que pudieron financiar parte de la silla motorizada que necesitaba.

Desde entonces no han dejado de trabajar por su hijo, nunca, haya crisis o deje de haberla, nunca, porque Miguel no entiende de crisis. Hace unas semanas organizaron en Albal una jornada para recaudar fondos para editar un cuento que, bajo el título, “Miguel y el Tesoro de la Amistad” ha sido escrito por unas amigas y una prima del pequeño, un nuevo proyecto que ya ha visto la luz y que servirá para que esos padres optimistas, luchadores, puedan seguir dándole la calidad de vida que Miguel se merece. Yo pronto tendré un ejemplar y se lo leeré a mi hija y le hablaré de Miguel y de sus padres porque son el espejo en el que a veces uno se necesita mirar.


Retomando el peculiar estudio sobre optimistas y pesimistas con el que comencé este artículo,les diré que no creo que a los padres de Miguel les importe mucho que su optimismo les haga envejecer peor. No creo que les preocupe que, según este ridículo estudio, predecir un futuro mejor se asocie con mayor riesgo de muerte. Ellos no es que quieran predecir un futuro mejor, es que necesitan creer y luchar por un futuro mejor, por ellos y sobre todo por Miguel porque especialmente él lo merece.

Yo desde luego apuesto por mover un dedo por Miguel ¿Y tú?.


NOTA: En breve, habrá una web disponible donde poder comprar el libro. Por ahora, hay numerosos puntos de venta en distintos puntos de la provincia de Valencia y en unos días van a poner en marcha una página web donde habrá venta online. De momento, podéis consultar toda la información en la página de Facebook “Mueve un dedo por Miguel”, os animo a que lo hagáis. Os dejo el enlace:

Mueve un dedo por Miguel
 
Y quienes queráis escuchar este artículo os dejo mi columna de opinión emitida en “La Mañana de Jaén”:



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