Cada vez que leo, veo o
escucho en algún medio de comunicación que un asesino o violador ha salido a la
calle o ha obtenido el tercer grado por buen comportamiento o que ha visto
reducida su condena por algún atenuante, algo se me rompe por dentro.
Pero qué puede uno sentir
cuando lo que lee, ve o escucha es que alguno de estos violadores o asesinos
vuelve a violar o asesinar en una de sus estancias fuera de prisión por buen
comportamiento o porque algún iluminado considera que está rehabilitado y ha de
reinsertarse en la sociedad y le ha concedido la libertad que no merecía…
El sistema judicial y
penitenciario en este país no funciona hace desde hace muchísimos años. Es algo
que se sabe, que se comenta en la calle, en las redes sociales que ahora son el
nuevo pulso de la Opinión Pública. Pero es algo que parece no importar a
quienes desde arriba deberían poner todo su empeño para cambiarlo.
La semana pasada los Mossos d’Esquadra detuvieron otra vez a
Tomás Pardo Caro, un violador que hace unos meses comenzó a disfrutar de
permisos penitenciarios por “buen comportamiento”, a pesar de la condena a 25
años de cárcel que en teoría debería cumplir por haber violado y casi
asesinado a navajazos a una mujer hace 14 años.
Hace unos días hizo
exactamente lo mismo que entonces. Asaltó
a una mujer de 52 años cuando se dirigía a su coche, la amenazó con una navaja, la secuestró
y la obligó a avanzar hasta una zona alejada y boscosa, la violó y cuando terminó le asestó una puñalada
en el cuello. Creyó que la había matado. Y la abandonó, afortunadamente
aún con vida.
Alguna mente iluminada en
un sistema imperfecto decidió que esta alimaña merecía una oportunidad. La
misma que no tuvo su víctima hace 14 años. La misma que no ha tenido esta nueva
víctima.
Este violador morirá
siendo un violador, ésa es la realidad. Sin embargo, durante el último año
salía a diario de la prisión para trabajar y en junio comenzó con permisos de
tres días. El violador tuvo ya un primer permiso entonces y éste era el segundo
del que disfrutaba.
A juicio de los expertos,
el hombre, al que la fiscalía pidió 40 años de prisión aunque fue condenado
sólo a 25, podía readaptarse nuevamente a la vida fuera de la cárcel. Saquen
sus propias conclusiones.
Este suceso pone de
manifiesto, una vez más, repito, que en España el sistema judicial y
penitenciario no funciona. Atenuantes, permisos por buen comportamiento,
reinserción… Son conceptos que los delincuentes se conocen muy bien porque les
amparan y protegen.
Hace unos días el padre de
Marta del Castillo decía en una entrevista que si hubiera matado a Miguel
Carcaño con la Ley y el Reglamento Penitenciario en la mano, hoy estaría ya en
la calle. Cuando uno siente que el sistema garantiza más los derechos de los
asesinos que los de las víctimas, uno al final llega a esta conclusión. Y lo
peor de todo es que tiene razón.
Hasta que los máximos
responsables políticos de este país se conciencien y decidan modificarlo, seguiremos teniendo
una Justicia de saldo, un auténtico “outlet” para asesinos y violadores a los
que delinquir les sale muy barato. Y lo saben.
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