domingo, 13 de noviembre de 2016

La cuarta niña de Alcàsser

Justo hoy, que se cumplen 24 años de la desaparición y el terrible asesinato de "Las niñas de Alcàsser", recupero este artículo que escribí hace cuatro años con motivo del 20 aniversario de uno de los sucesos sin resolver más terribles de la crónica negra de la historia reciente de este país y que a mí personalmente me sigue encogiendo el alma cada vez que lo recuerdo...

Escultura dedicada a las tres niñas en el Cementerio de Alcàsser


"La cuarta niña de Alcàsser"



Esta semana se han cumplido veinte años de uno de los sucesos más horribles que se recuerdan en la historia reciente de nuestro país: el crimen de las niñas de Alcàsser.

Y no solo se recuerda por ser uno de los más trágicos sino porque fue el primer caso que todos vivimos de la mano del boom de las nuevas televisiones, especialmente de las entonces recién estrenadas televisiones privadas, unas con menos acierto que otras, pero todas de un modo desconocido en nuestro país, poniendo en marcha un tipo de periodismo que no ha dejado de cuestionarse, aunque no por ello se haya dejado de practicar.

Corría el año 1992 y yo entonces tenía más o menos la misma edad que aquellas niñas cuya vida se truncó una tarde de viernes cuando solo querían ir a pasar un rato a una discoteca, exactamente lo mismo que hacía yo por aquella época. El hecho de compartir edad, intereses y provincia, pues yo también soy valenciana, me marcó durante muchos años y aun hoy, veinte años después, se me hiela la sangre cada vez que recuerdo aquel  terrible suceso.

Pero además del macabro y espeluznante crimen, he de confesar que veinte años después todavía me sigue dejando boquiabierta el espectáculo mediático que se montó y las barbaridades periodísticas que se vieron. Ya entonces, a mis 15 años, tenía claro que quería ser periodista, y ya entonces me horrorizó ver el circo morboso que algunas televisiones organizaron durante la desaparición y una vez hallados los cadáveres.

Todos lo recordamos seguro y, lo que es peor, todos lo vimos casi seguro porque, lo cierto es que, aunque aquellos programas traspasaron la barrera de lo ético, convirtiendo el dolor más grande en espectáculo, lo lamentable es que aquellos programas fueron vistos por millones de españoles que, como si del canto de las sirenas se tratara, se sentían atraídos por aquello que jamás se debió emitir. La clásica doble moral tan propia de la especie humana.

Y veinte años después, me sigue indignando y horrorizando el peor legado de aquel drama. Que han pasado dos décadas y seguimos sin saber la verdad de lo que sucedió, cuántas personas, quiénes y por qué estuvieron implicados en aquel acto de sadismo y crueldad sin límites con tres niñas que tenían toda la vida por delante.

Una vida que sí continuó para la llamada cuarta niña de Alcàsser. Aquel viernes 13 de noviembre hubieran sido cuatro las niñas que se dirigían a la discoteca Coolor de Picassent, pero cuando Míriam, Desirée y Toñi acudieron a por su cuarta amiga, ésta no pudo acompañarlas porque estaba con fiebre. Se llamaba y se llama Esther y pocos conocen su historia, la misma que la ha marcado para el resto de su vida. Rehúsa hacer entrevistas y hablar del suceso, y tuvo que pasar por años de tratamiento psiquiátrico tras sumirse en una importante depresión.

En la actualidad, tiene 34 años, está casada y tiene una hija de tres años. Porque la vida siguió para ella como debería haber sucedido con Míriam, Desirée y Toñi.
Son muchos los que han apuntado a que fueron numerosos los intereses que hicieron que ese caso se cerrara metiendo en la cárcel a Miquel Ricart y dando por desaparecido a Antonio Anglés. Yo soy una de las que nunca creyó la versión oficial. Lo mínimo que Míriam, Desirée y Toñi se merecían era que se hiciera Justicia, pero ni siquiera en eso la vida continuó para ellas.

Noviembre de 2012

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